Símbolos de las islas
Las Islas Canarias son una comunidad autónoma que forma parte del Reino de España, y está integrada por un conjunto de siete islas mayores (Tenerife, La Palma, La Gomera, El Hierro, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura) y seis menores (Alegranza, Graciosa, Montaña Clara, Lobos, Roque del Este y Roque del Oeste). El archipiélago está situado en el océano Atlántico, frente a las costas africanas; el punto más septentrional está a 29º latitud N y el más meridional a 27º. El conjunto del territorio ocupa 7.447 km² y es la región española con más longitud de costas: 1.583 km.
Los primeros habitantes del archipiélago llegaron a las islas en sucesivas oleadas, al parecer, desde el norte del continente africano. El desarrollo de las culturas prehistóricas permitió el establecimiento de una organización social muy jerarquizada, con una estructura política de carácter monárquico y una serie de órganos colegiados que se reunían para dirimir asuntos militares, políticos o jurídicos. Aunque a esta cultura se la conoce como guanche, este nombre corresponde estrictamente a la de los habitantes de Tenerife.
Las Canarias eran conocidas en la época clásica (ya Horacio y Plinio hablan de ellas), pero es a partir del siglo XIV cuando comienza su conquista por los europeos. Se sabe que, desde 1291, comenzaron a llegar al archipiélago diversas expediciones genovesas y, más tarde, de aragoneses y mallorquines. En el siglo XV, los promotores de la conquista fueron el noble normando Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle, que estaban al servicio de la Corona castellana. La toma de las islas se hizo con dificultades y duró casi todo el siglo. Los aborígenes sufrieron grandes pérdidas en su población durante la conquista, y en los años posteriores su identidad étnica y cultural se fue progresivamente diluyendo en el conjunto de la población formada por colonos llegados masivamente desde la Península Ibérica.
Durante los siglos XV y XVI, se creó la real audiencia, el tribunal de la Inquisición, la sede episcopal y los cabildos insulares que, presididos por un gobernador (elegido por el rey o por el señor correspondiente, según fuera isla señorial o de realengo), regía en la respectiva isla.
En el siglo XVIII la autoridad pasó a los comandantes generales, nombrados por la Corona, en perjuicio de las atribuciones de los cabildos y de la misma audiencia.
A partir de 1871 la emigración canaria hacia Latinoamérica fue muy importante, una tendencia que se acentuaría durante todo el siglo XX, especialmente dirigida hacia Cuba y Venezuela, lo que ha tenido una importancia capital para la formación de la identidad cultural canaria.
Durante el primer tercio del siglo XX se consolidó el poder de una elite nepótica y caciquil, muy dividida entre el grupo dirigente de Las Palmas y el de Santa Cruz de Tenerife, que rivalizaban por el control del archipiélago: éste sería el origen del llamado ‘pleito insular’, que ha marcado negativamente la historia canaria del último siglo.
La comunidad autónoma está dividida, desde 1927, en dos provincias: Las Palmas –que engloba las islas de Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote– y Santa Cruz de Tenerife –con las islas de Tenerife, La Gomera, El Hierro y La Palma–. Además, cada isla está considerada como una unidad administrativa que está gobernada por un Cabildo Insular.
El Estatuto de Autonomía de Canarias fue aprobado el 10 de agosto de 1982. El proceso de transferencias otorgó, desde el primer momento, un amplio grado de autogobierno. Dado que existe una rivalidad histórica entre las dos provincias insulares, la comunidad estableció una doble capitalidad: Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria. Los Cabildos Insulares, creados en su versión moderna en 1912, tienen gran autonomía financiera y amplias competencias administrativas.