Historia de la bandera canaria
Antecedentes históricos
Canarias ha carecido a lo largo de casi toda su historia de una bandera que representara al conjunto de islas que componen su territorio. No hay constancia de que los aborígenes usaran banderas, aunque Fray Abreu Galindo, en su Historia de la conquista de las siete islas de Gran Canaria (1632) dice en el capítulo IX, al hablar de la isla de Tenerife: "...Y cuando el rey mudaba morada o hacía jornada, porque en invierno vivía en la costa del mar, y en el verano la tierra adentro, iban con í©l los mí¡s ancianos de su casta llevando delante a un trecho una lanza inhiesta con una como bandera hecha de juncos muy prima, para que supiesen que venía el rey..."
Los primeros testimonios de enseñas relacionadas con Canarias son los estandartes representados en las ilustraciones de los manuscritos de las dos crónicas sobre la conquista de las islas por los normandos Jéan de Béthencourt y Gadifer de La Salle, conocidas por el título común de Le Canarien.
Cuando posteriormente se emprendió la anexión del archipiélago a la Corona de Castilla, la empresa fue llevada a cabo bajo las banderas y pendones de la Monarquía castellana o de los nobles y jefes militares que acometieron la conquista en nombre de los reyes o del suyo propio. Hay que señalar que, de los llamados Pendones de la Conquista que se conservan en Fuerteventura, Gran Canaria, Tenerife y La Palma, sólo el de Gran Canaria tiene visos de ser contemporáneo a la época que se les atribuye. Véase este artículo sobre el Pendón de la Conquista de Tenerife.
Como muestra de su vinculación con la Monarquía, en las principales ciudades del Archipiélago existieron estandartes o guiones reales, tales como la denominada "bandera general", que el regidor Pedro de Vergara entregó al alférez mayor de Tenerife Francisco de Valcárcel el 17 de enero de 1561, "de tafetán blanco y azul y amarillo e con una cruz colorada", coincidiendo los tres primeros colores con los de la actual bandera canaria, lo que a falta de otros datos sólo puede calificarse de asombrosa casualidad histórica. El mismo alférez mayor recibió unos días más tarde el estandarte real, de tafetán rojo y punta larga, que tenía por un lado la imagen de la Virgen de Candelaria (patrona de Tenerife) y por el otro las armas reales, así como el guión real con las armas de Castilla bordadas en oro, plata y seda, con guarnición amarilla.
Aparte de estos primeros ejemplares de enseñas particulares y/o reales, durante los siglos siguientes el archipiélago no conocerá más banderas que las comunes a todos territorios gobernados por la monarquía hispánica, como puede comprobarse por los ejemplares de las banderas de las Milicias Provinciales de Canarias conservadas en el Museo Militar Regional (Santa Cruz de Tenerife), todas del siglo XVIII, o las descritas en este documento.